Llantas, llantas, llantas; llantas por todos lados. Con las lluvias y el vertido de aguas residuales miles de llantas viajan a través del canal del río Tijuana de regreso a su lugar de origen. De México a Estados Unidos.

Se trata del efecto boomerang o el karma para Estados Unidos por enviar a nuestro país llantas que no pasan sus controles de calidad y que sólo duran, en promedio, seis meses, consideró Fay Crevoshay, directora de Comunicación y Políticas Públicas de Costa Salvaje.

Explicó que estas llantas usadas en muchas ocasiones, conocidas como “gallitos”, que llegan de contrabando hormiga, tiempo después, ya inservibles, burlan el muro fronterizo de vuelta a California.

Con permisos de importación sólo cruzan por Tijuana 700 mil llantas, el resto lo hace a escondidas en autos o tráileres para evadir impuestos tanto en Estados Unidos como en México. En total, tres millones de llantas al año, según estimaciones de la propia titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Alicia Bárcena.

Las recicladoras en México son tan pocas —solamente una en toda la franja fronteriza del norte, desde Baja California hasta Tamaulipas—, que sólo logran reutilizar 10% de las más de 32 millones de llantas que ruedan al año en el país; 90% termina en ríos, barrancas o quemadas.

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