A QuemaLengua | 28 de Mayo del 2025

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En Tijuana, el sábado pasado no solo se encendieron los carbones para la protesta de carnita asada frente al Palacio Municipal, también se calentaron las redes, los ánimos y las filas para un evento que, aunque le pusieron otro nombre, terminó siendo más verbena que informe.

Por un lado, ciudadanos organizados —siguiendo el ejemplo de Mexicali— se reunieron con hieleras, pancartas y asadores para exigirle la renuncia a la gobernadora Marina del Pilar y de que escuche los reclamos por la violencia, la crisis de desaparecidos, la falta de resultados. Una protesta tan creativa como incómoda, que no necesitó más que carbón, tortillas, salsa y su carne, pa’ que chille.

Mientras tanto, al otro extremo de la ciudad, en el Mariano Matamoros, se montaba el evento de la gobernadora. Y aunque oficialmente era para «rendir cuentas» y hablar de «resultados», lo que más abundaban eran los sombreros guindas, las porras sincronizadas y las tías junto a las abuelas que llegaron bien peinadas desde temprano. Algunos se vieron obligado a ir con tal de tener otro plato en su mesa, mientras otros a tomarse fotos, y unos cuantos más —curiosamente muy bien vestidos— no escondían su afinidad con partidos que no llevan guinda.

Porque sí, aunque nos quieran vender que todo fue por amor al civismo y a los grandes logros, hay quienes no olvidan los rumores de aquella casita muy austera… pero en San Diego.

En redes sociales el contraste fue aún más descarado: de un lado los que descalificaban la protesta como “show de la oposición” (como si la inconformidad no valiera si no es morenista), y del otro, los que defendían con uñas y emojis el discurso triunfalista. Se notaba quién está en nómina y quién no… por que lo que se ve… no se juzga, como decía Juan Gabriel.

Y como si todo esto no fuera ya una escena digna de tragicomedia, ese mismo día dejaron una cabeza de cerdo dentro de un auto estacionado justo afuera de la Secretaría de Seguridad de Tijuana. Porque en esta ciudad, hasta la metáfora se materializa.

A veces la política en Tijuana se parece a un taco mal servido: te lo dan con todo, pero no te dicen qué lleva. Unos lo celebran, otros lo protestan, y mientras tanto, el plato fuerte —la inseguridad, la impunidad, el olvido— sigue hirviendo como olla de birria. Así que antes de aplaudir o de gritar, hágase el paro y revise bien lo que le están dando… no vaya a ser que lo que le enchile, no sea la salsa.

— A QuemaLengua
Y si decides volver, te esperamos.

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