Redacción por InfoMiTijuana.MX

CDMX 8 de Febrero 2025.- En un escenario que evidencia el peligroso uso de discursos de género como herramienta de coerción, una pasajera de Uber en la Ciudad de México protagonizó un incidente que ha encendido las alertas sobre cómo el mal uso del feminismo puede convertirse en un instrumento de injusticia contra hombres inocentes.

La situación ocurrió cuando la mujer, quien viajaba en la unidad, comenzó a regañar al conductor de manera agresiva. Ante la falta de respeto, el hombre decidió cancelar el viaje. Sin embargo, la respuesta de la pasajera fue escalar el conflicto: llamó al 911 y, sin ningún reparo, falsamente acusó al conductor de acoso sexual, alegando que había intentado tocarla y proferido comentarios inapropiados. Lo más grave vino después: al mutear su teléfono, la mujer lanzó una amenaza directa: “O te apuras o te meto a la cárcel 5 años”.

El registro en video lo cambia todo: La cámara del vehículo documentó cada segundo. Sin esa prueba, el conductor —cuyo único “delito” fue exigir respeto— habría enfrentado una pesadilla legal. Este caso no solo revela la vulnerabilidad de los hombres ante acusaciones falsas, sino cómo ciertos sectores manipulan consignas feministas para ejercer poder, chantaje o venganza, trivializando luchas legítimas contra la violencia de género.

¿Dónde queda la justicia real? Mientras colectivos exigen igualdad y protección para las mujeres —derecho irrenunciable—, episodios como este refuerzan estereotipos dañinos y alimentan la desconfianza hacia denuncias genuinas. El feminismo busca equidad, no impunidad para quienes usan el género como escudo para abusar.

Expertos en derecho penal alertan: En México, las denuncias falsas no suelen tener consecuencias legales para quienes las inventan, lo que abre la puerta a que este tipo de extorsiones se repitan. “Urge legislar para sancionar a quienes instrumentalizan causas sociales con fines personales”, señaló un abogado consultado.

Conclusión: La pasajera no solo intentó arruinar la vida de un trabajador, sino que manchó la lucha de miles de mujeres que sí enfrentan violencia real. El feminismo no es un arma: es una bandera de justicia. Y casos como este exigen reflexión, no polarización.

¿Hasta cuándo normalizaremos que algunos usen ideales nobles como herramientas de opresión? La grabación salvó a este conductor, pero ¿cuántos más no tienen cómo probar su inocencia?

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